Eva Perón: siete años le bastaron para forjar una obra inspiradora
El sentimiento fundamental Por Cristina Alvarez Rodríguez
Evita le puso corazón al peronismo y con eso le hizo un aporte decisivo a la racionalidad estratégica que le había impreso Perón: le incorporó la dimensión del deseo. Eso explica de alguna manera el amor incondicional que produjo y también la invariabilidad del odio. Siempre actuó impulsada por sus sentimientos. Hubo uno fundamental que dominó totalmente su espíritu y su vida. “Mi sentimiento de indignación por la injusticia social es la fuerza que me ha llevado de la mano, desde mis primeros recuerdos hasta aquí”, escribió.
Ese sentimiento de dolor en el alma por el padecimiento injusto del Otro, esa empatía, son los cimientos de su acción política y una inspiración para el presente, por eso sigue siendo joven a sus cien años.
Su obra cobra mayor relevancia si consideramos que la hizo en apenas siete años, desde sus veintiséis hasta sus treinta y tres.
Pensó que “no hay fuerza capaz de doblegar a un pueblo que tiene
conciencia de sus derechos” y así comprendió al derecho como respuesta
democrática a una necesidad. Eso es republicanismo popular, algo bien
distinto a las oligarquías disfrazadas.
Evita sabía que realizar la
justicia social requería consolidar la independencia económica. “Cuando
Perón tomó la bandera de la justicia social, los argentinos sumergidos
eran infinitamente más que los pocos privilegiados que emergían. Pocos
ricos y muchos pobres”.
A esa realización dedicó su vida. Lo hizo
con pasión, con lealtad y como una mujer libre. No se si puede decirse
un elogio mayor de una persona que libre.
El deseo de justicia
social era el fin y los medios para democratizar el derecho a la
felicidad. Un derecho que debía garantizarse como real y concreto en las
mujeres y especialmente en las niñas y niños. Por eso politizó a las
mujeres y feminizó la política.
Escuché que alguien dijo alguna vez
con razón: cuando no sepas dónde pararte mirá dónde se paran las Madres.
Cuando dudo qué hacer, políticamente hablando, me imagino dónde se
pararía Evita. Ella es la orientación y el amor que necesitamos para
esta lucha, estoy segura.
En la Argentina de hoy hay una forma
inédita de dominación que concentra poder económico, político,
comunicacional y jurídico diciéndonos que el neoliberalismo es el único
camino. Pero la mayoría no se engaña. Tenemos otro camino, el que Evita
nos legó. Es un camino nacional, popular, democrático y feminista.
Caminemos por ahí.
* Diputada Nacional. Presidenta del Museo Evita.