Pero los big data que empezaron a circular por el bunker de calle México
detectaron algunos segmentos flojos, en los que necesita crecer para
ganar sin sobresaltos. Así como en Juntos por el Cambio apuntan a
jóvenes y celestes, con mucha menos tecnología a disposición, en Todos
tienen en la mira a jubilados y amas de casa, sobre todo de clase media
baja.
El principal escollo son los "adultos mayores", como se llama a
los ancianos cuando se aplica la corrección política. Entre ellos
Mauricio Macri prevalece en los sondeos y logra penetrar con un mensaje
por televisión, Facebook y grupos de Whatsapp, incluso en los sectores
socioeconómicos más bajos de esta franja etaria, castigados por la
recesión.
Tanto es así, que en estos días el presidente y su
compañero de fórmula Miguel Pichetto lanzaron una campaña para pedir que
los mayores de 70 años vayan a votar en las primarias, aunque no están
obligados y ni siquiera hay una interna para motivarlos. Sin su ayuda,
el oficialismo no puede ganar.
Alberto decidió hablar de las leliq y
las jubilaciones para olvidar la comparación con Venezuela que había
hecho Cristina. "Lo que digamos será polémico, pero tenemos que elegir
la polémica", justifican en su equipo.
En las elecciones generales
de 2015 se sumaron 2 millones de votantes que no habían participado de
las primarias, muchos de ellos abuelos que empujaron a Macri para llegar
a un ballotage como favorito.
Obediente, Alberto decidió el domingo
hablarle a los abuelos y, de paso, sacar de agenda la poco feliz
comparación de Venezuela y Argentina que Cristina Kirchner había
ensayado el día anterior, en Mendoza, durante la presentación de su
libro "Sinceramente".
En televisión, el candidato presidencial dijo
que financiaría los medicamentos de los jubilados con los intereses que
se pagan de las Leliq, títulos que el Banco Central le vende al resto de
las entidades financieras con el propósito de reducir el circulante de
pesos, bajar la presión contra el dólar y combatir la inflación.
En
el Gobierno hicieron fila para explicar que su ecuación financiera fue
fantasiosa, porque si las Leliq desaparecieran no se agregaría más
dinero en el Tesoro, a menos que al presidente del Banco Central se le
ocurriera emitir plata sin límite y enviársela al secretario de
Hacienda. Ajenos a esos tecnicismos, en el bunker albertista y en el
Instituto Patria festejaron a dúo, convencidos de haberlos hecho morder
el anzuelo.