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El acuerdo con el FMI suma o resta

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La caída de la desocupación al 7 por ciento, desde un pico de 13,1 en el peor momento de la pandemia, muestra que el crecimiento empieza a dar respuestas. Las dificultades, sin embargo, siguen siendo enormes. ¿El arreglo con el Fondo, ayuda o perjudica? Por David Cufré. Por cada punto de crecimiento, la economía argentina genera 45 mil puestos de trabajo formales en el sector privado. Esa es la evolución proyectada por el gabinete económico en función de lo ocurrido entre 2007 y 2019 y las potencialidades que ofrece la estructura productiva del país, con políticas activas para impulsar sectores y actividades.

En 2021 se crearon 190 mil empleos privados registrados, con una expansión del PIB del 10,3 por ciento, lo que arroja un promedio de unas 19 mil posiciones por cada punto de suba de la economía, mucho menos que las 45 mil anticipadas. Al comienzo del año había 5 millones 805 mil ocupados y, al final, 5 millones 995 mil, de acuerdo a la información oficial presentada esta semana.
Sin embargo, la economía de 2021 todavía estuvo muy afectada por la pandemia, en especial varios rubros que son intensivos en demanda de empleo. El sector gastronómico quedó 34 mil puestos abajo que antes de la llegada del coronavirus, el transporte terrestre perdió 23 mil (ómnibus, taxis y remises), el transporte aéreo sufrió una caída del 36,9 por ciento en su plantel de su personal (2500 empleos), las agencias de viajes quedaron con 26 por ciento menos de trabajadores; los servicios culturales y museos aún tienen que recuperar el 17,5 por ciento; las peluquerías y spa, 17,4 por ciento, y los servicios de alojamiento, 13,8 por ciento. En la medida que la pandemia vaya quedando atrás y la economía se mantenga en la senda del crecimiento, esos sectores aportarán a la recuperación general. Servicios financieros, contables, inmobiliarios, imprentas, enseñanza, actividades deportivas y juegos de azar, entre otros, aparecen en la misma situación. En febrero de 2020, antes de la covid 19, los ocupados en el sector privado registrado eran 5 millones 985 mil. Es decir, en febrero de 2022 se superó esa cifra en 10 mil personas. Todavía restan generar 156 mil empleos formales para llegar al nivel de febrero de 2019, cuando los ocupados eran 6 millones 146 mil. Si la economía creciera 4 puntos este año y los rubros mencionados más arriba pudieran superar la crisis del coronavirus, esa brecha quedaría más que salvada.
Cada vez más gente, en ese proceso virtuoso, volvería a estar adentro del mercado de trabajo, lo que no significa a salvo de la inflación, los bajos salarios, la precarización y la pobreza, en muchísimos casos. El crecimiento económico es condición necesaria pero no suficiente para revertir la pesada herencia del macrismo y la pandemia.
La caída de la desocupación al 7 por ciento en el cuarto trimestre de 2021, el nivel más bajo desde 2015 (era del 5,9 por ciento en el tercer trimestre de ese año, último registro oficial del gobierno de Cristina Kirchner antes de que Cambiemos discontinuara esa serie), es un buen ejemplo de que la política económica está siendo efectiva para dar respuesta a uno de los problemas más lacerantes para la sociedad: la falta de trabajo.
Eso ocurrió al mismo tiempo que se negociaba el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y se ajustaba el gasto público, según la interpretación de amplios sectores del Frente de Todos, empezando por la vicepresidenta, que lo denunció en su carta pública del 17 de septiembre del año pasado.
El Gobierno niega que haya aplicado un programa de ajuste, sino que, por el contrario, sostiene que las políticas de financiamiento a la producción, de tasas subsidiadas, el Repro II, la Tarjeta Alimentar, los bonos a jubilados, la nueva fórmula de movilidad, el impulso al salario mínimo y las paritarias, el restablecimiento de las becas Progresar, la ampliación de la cobertura de la seguridad social y previsional, en un encuadramiento de la política económica que abandonó el modelo de valorización financiera de Juntos por el Cambio y retornó al del despegue productivo, apuntala el crecimiento.
En el peor momento de la pandemia, el segundo trimestre de 2020, la desocupación escaló al 13,1 por ciento. Macri había dejado 8,9. Desde aquel pico provocado por el cierre de actividades, el desempleo no hizo más que descender: 11,7 por ciento en el tercer trimestre de 2020, 11 por ciento en el cuarto, 10,2 en el primer trimestre de 2021, 9,6 en el segundo, 8,2 en el tercero y, finalmente, 7 en el cuarto.
Esa evolución coincide con el comportamiento del consumo privado, el principal motor del PIB: también acumula seis trimestres consecutivos de recuperación, hasta ubicarse 1,6 puntos porcentuales en diciembre del año pasado arriba del nivel que dejó Macri en diciembre de 2019.
Mejor aún es el desempeño de la inversión. Es el factor de la demanda agregada que más crece. El promedio del cuarto trimestre de 2021 fue 16 por ciento superior al promedio de igual período de 2019. Desde que comenzó el gobierno de Alberto Fernández se acumularon 1320 anuncios de inversión de empresas privadas, por un total de 57 mil millones de dólares. Una porción significativa son compañías extranjeras, lo que desmiente la falsa noticia del éxodo de empresas que agita la prensa dominante.
Los dos rubros estrella de la inversión en esta etapa son la energía y la minería. En el primer caso involucra el 42,6 por ciento de los anuncios, con 24.584 millones de dólares. La explotación de Vaca Muerta es el elemento principal, pero también hay proyectos en energías renovables y electricidad. En minería, en tanto, se desembolsan inversiones por 12.885 millones, el 22,4 por ciento del total.
El Gobierno presentará el próximo martes la hoja de ruta de un plan de desarrollo productivo hacia el 2030, tal como anticipó el Presidente en el discurso ante la Asamblea Legislativa del primero de marzo. Ese proyecto no podía tener anclaje en la realidad mientras estuviera pendiente la refinanciación de la deuda con el FMI.
En este punto, es importante dejar claro que el acuerdo con el organismo es la reprogramación del crédito que tomó Macri en 2018. Dentro del Frente de Todos algunos lo presentan como si el Poder Ejecutivo hubiera decidido hacer lo mismo que Juntos por el Cambio y salir a buscar plata al FMI. No fue así. Lo que se hizo fue negociar cuatro años y medio de plazo hasta empezar a devolver aquel préstamo ruinoso que asumió Macri y compañía.
Ese tiempo es necesario para desarrollar políticas que incentiven el crecimiento, la inclusión social, la recuperación de derechos para las mayorías populares, el avance de las exportaciones para generar divisas y superar la restricción externa. Sin acuerdo con el Fondo no alcanza, con acuerdo no es suficiente. Dependerá de lo que se haga de aquí en más. Algunos en este punto consideran que el vaso está medio vacío. El Gobierno deberá demostrar que está medio lleno y que trabajará para llenarlo por completo.

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26/03/2022 (6579)        compartir en facebook compartir en twitter compartir en Whatsapp



 




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