«Miedo tengo de que mis nietos puedan crecer en un país tan injusto y
tan inequitativo«, dijo y añadió: «Yo ya viví, temo por los jóvenes»,
aseguró.
El discurso de Cristina estuvo mayormente dedicado a
analizar la economía nacional en referencia a los proyectos de
dolarización y la participación del FMI, al que definió como «circular» y
portador de una «receta enlatada». En otros pasajes de su discurso,
aclaró la vicepresidenta que cuando convocó a la militancia a «tomar el
bastón de mariscal» no era para «dárselo por la cabeza a otro
compañero«, sino para «poder ayudar a pensar una sociedad y un país
diferente y ver cómo podemos contribuir a un futuro mejor».
«No
podemos tener la cabeza tan vieja de seguir discutiendo estupideces«,
dijo y añadió: «Las nuevas generaciones se merecen que tengamos la
cabeza abierta y sumar los elementos de la tecnología para poder ayudar a
construir un mundo mejor». «Tenemos que saber cómo manejar lo que se va
a dar a partir del gasoducto Néstor Kirchner. Tenemos que saber que no
hay salvaciones milagrosas. No creamos que porque tenemos Vaca Muerta
nos va a salvar. Nos va a salvar el trabajo, la tecnología, la
investigación, la redistribución del ingreso, una sociedad más justa»,
completó.
Al final del acto, se dirigió a la puerta del Teatro
Argentino de La Plata para saludar a la militancia. Con un micrófono, se
dirigió a ellas y ellos para agradecerles la presencia. «La política no
es solo en un acto. Es cuando estamos en la escuela, en la cancha, en
la calle. Hay que debatir, pelear por las ideas, la patria, la historia y
la memoria», dijo a la multitud entre las banderas.