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                Las elecciones del 13 de 
agosto dejaron varios mensajes claros. El candidato presidencial de 
extrema derecha, Javier Milei, sorprendió a todos y se erigió como el 
gran ganador, triunfando en provincias donde, habitualmente, el 
Peronismo suele ser muy fuerte. Incluso obtuvo victorias en provincias 
donde, recientemente, gobernadores de Unión por la Patria habían sido 
reelectos. Milei no alcanzó su techo: el 30,04% podría crecer, en parte,
 por su antagonismo con el Kirchnerismo, pero también por el efecto de 
“la ola de la victoria”, que podría sumarle votos en octubre.
               
 El Peronismo, con Sergio Massa y Juan Grabois, hizo la peor elección de
 su historia, quedando sumamente lejos de aquellos números históricos de
 Cristina en 2011 o, incluso, los de Alberto Fernández en 2019. Esto es 
un importantísimo llamado de atención para la dirigencia de Unión por la
 Patria, la cual deberá atender, urgentemente, los resultados de las 
urnas; pero este punto lo abordaré luego.
                El gran
 perdedor de estas elecciones PASO, sin dudas, es Juntos por el Cambio. 
No obstante, Macri logró imponer su candidata, Patricia Bullrich, sobre 
Horacio Rodríguez Larreta, que junto a un sector del radicalismo sufrió 
un durísimo golpe perdiendo la interna nacional, provincial y la de la 
Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero es una derrota de Juntos por el 
Cambio porque dejó de ser el principal opositor al Gobierno, que seguirá
 siendo oficialismo hasta el 10 de diciembre. Ese lugar ahora lo ocupa 
Milei. Esto no significa expedir un certificado de defunción a dicho 
espacio, pero Bullrich está obligada, antes que nada, a convencer a los 
votantes de Larreta luego de una feroz interna que dejó heridas que 
tardarán en cicatrizar y recelos que tardarán en apaciguarse. Así, 
parece difícil que el perdedor acompañe y apoye, fácilmente, a la 
ganadora de la interna.
                Lo más grave y llamativo,
 además de la victoria libertaria, es el altísimo nivel de ausentismo. 
El pasado 13 de agosto votó solamente el 69,6% del padrón electoral, 
siendo la elección presidencial, desde el retorno de la democracia, con 
menor participación: en las PASO 2019 participó el 76,4%; en las del 
2015, el 72,3% y, en las del 2011, participó el 81,4%. A 40 años del 
retorno democrático, la participación ciudadana mermó y esto se debe, en
 gran parte, a las deudas que la democracia acumula con la sociedad. Es 
importante replantearse esta situación, dado que la merma desfavorece a 
Unión por la Patria, como bien señaló su candidato a Presidente Sergio 
Massa.
Los desafíos del Peronismo
                
Señalamos que el Peronismo hizo su peor elección en la historia. Sin 
embargo, sigue siendo competitivo y no está derrotado. Una buena 
elección en octubre le garantiza un lugar en el balotaje y la opción de 
dirimir el futuro nacional en un escenario muy similar al de las 
elecciones brasileras del año pasado, donde Lula venció por una mínima 
diferencia a Bolsonaro.
                Para que esto suceda el 
Peronismo deberá replantearse varias cosas y, sobre todo, encarar dos 
desafíos con carácter de urgencia:
    Volver a las bases.
    Volver a proyectar futuro.
               
 Debemos recordar cómo surgió el Peronismo para entender que es 
necesario volver a interpelar a los trabajadores y trabajadoras para que
 puedan mejorar sus condiciones materiales de vida, ampliando sus 
derechos laborales y mejorando el salario. Pero, sobre todo, terminar 
con la inflación, uno de los problemas más graves que afectan al 
conjunto de los trabajadores, tanto formales como informales. Es 
necesario, además, interpelar a los sectores populares que están 
desencantados con estos años de Gobierno, volver a defender la soberanía
 y aprovechar los importantes recursos estratégicos para desarrollar un 
modelo de industrialización con inclusión y justicia social, que permita
 un crecimiento económico y, en base a ese crecimiento, poder sacarse la
 tutela del FMI y sus condicionamientos.
                Por otro
 lado, debemos caracterizar y comprender a los votantes de Milei. Es un 
electorado joven descontento con la política que, en los últimos ocho 
años de su vida, no solo no obtuvo cambios positivos, sino que, más 
importante aún, no tiene perspectivas alentadoras para su futuro. Hoy, 
un joven quiere un trabajo que le permita independizarse costeándose un 
alquiler o crédito hipotecario, en el mejor de los casos. Quiere 
consumir llegando a fin de mes y ahorrar. Lo que pudimos hacer muchos, 
durante 2003-2015. A ese votante no lo podemos caracterizar como 
antiperonista, pero si es necesario que conozca y entienda de primera 
mano, los efectos y las consecuencias de cada una de las medidas que 
Milei ejecutaría siendo presidente.
                A su vez, es 
necesario que el Peronismo vuelva a proponerles un futuro auspicioso, 
con crecimiento y desarrollo profesional y humano, a partir de entender 
qué interpela a estas nuevas generaciones que se han volcado masivamente
 a la extrema derecha. Por otro lado, Massa deberá convocar a aquellos 
que votaron a la fórmula que encabezó Alberto Fernández en 2019, 
mostrando una salida a la crisis que estamos viviendo y que un futuro 
mejor, es posible. Y esto se logra volviendo a dialogar con nuestras 
bases y con la mayoría del Pueblo. Hoy, aunque nos parezca horrible, 
Milei es el único que viene proponiendo un futuro.
Los votos que faltan
               
 Luego de la derrota electoral, Massa sostuvo que terminó el primer 
tiempo y que aún “faltan el segundo tiempo, el alargue y los penales” 
para revertir la elección. Es menester, entonces, identificar donde 
están los votos que faltan para que el Peronismo llegue al balotaje.
               
 En estas elecciones, como dije anteriormente, votó el 69,6% del padrón:
 un número bajísimo en comparación con otras PASO. el Peronismo tiene 
que salir a buscar y convencer a esas personas que no quisieron ir a 
votar, que mostraron su descontento a través del ausentismo o con el 
voto en blanco (4,8%, la cifra más alta en unas primarias), pero que no 
tiene cercanía con los intereses que defienden Milei y Bullrich. Estos 
votos se (re)conquistan escuchando las necesidades de la gente: los 
problemas que genera la inflación y su correlativa pérdida de poder 
adquisitivo; el flagelo cotidiano de la inseguridad, sobre todo en los 
barrios populares, y la escasa perspectiva de futuro, tanto personal 
como familiar. Y en base a esto tomar medidas, porque “la ventaja” que 
tiene el Peronismo es que cuenta con herramientas y políticas 
gubernamentales para cambiar, aunque sea un poco, la realidad de las 
mayorías populares.
                Por otro lado, los 
Gobernadores insistieron mucho con la candidatura de Massa y se 
comprometieron a garantizar los votos que habían sacado en sus 
provincias. Esto no sucedió. Salvo en Formosa, Chaco, Santiago del 
Estero, Catamarca y Buenos Aires, done ganó Unión por la Patria. Es por 
eso que, de acá a octubre, los Gobernadores están obligados a poner toda
 su estructura territorial para sumar votos y revertir los resultados 
electorales.
                En la Provincia de Buenos Aires, 
Axel Kicillof hizo una gran elección y fue el candidato más votado. 
Massa debería agradecerle a la tercera sección electoral que hoy tenga 
chances de entrar a un balotaje. No debe quedar casa y calle bonaerense 
por recorrer. No debe quedar municipio en el cual no se hable con los 
vecinos y vecinas para que la fórmula presidencial pueda sumar más votos
 y para que Axel gane y sea reelecto Gobernador.
                
Todo esto se puede lograr si desde la campaña se define un discurso y se
 segmenta, ya que el electorado a interpelar es muy diverso. Se 
necesitan argumentos discursivos legibles para las grandes mayorías si 
pretendemos convencerlas. No será el miedo el que sume votos, ya que 
Bullrich y Milei no tuvieron, ni tendrán, pelos en la lengua para 
describir sus propuestas y decir lo que harán en caso de llegar a la 
Casa Rosada. Y es necesario desnudar sus argumentos, para que la gente 
de a pie entienda qué consecuencias traerían en caso de implementarse.
               
 Pero hay un factor que, por ser el último, no es el menos importante. 
Massa es Ministro de Economía además de candidato y esto lo obliga a 
tener una buena gestión para seguir siendo competitivo; y para esto, 
como anunció recientemente, es necesario mejorar el poder adquisitivo de
 los trabajadores y trabajadoras, ya sean formales o informales, de los 
jubilados y jubiladas y de las asignaciones familiares, para que, de 
esta manera, ese dinero retorne a los sectores productivos mediante del 
consumo.
                Para Unión por la Patria el balotaje no 
es imposible. Debe ordenarse un discurso de manera urgente para salir a 
proponer sueños y esperanzas; para que un sector de la sociedad que no 
fue a votar, elija al oficialismo; proponer un futuro mejor que el que 
proponen Milei o Bullrich, para que aquel que optó por sus propuestas, 
ahora les dé la espalda y vote al Peronismo. Para nada todo está 
perdido; las elecciones se pueden ganar, pero para eso habrá que librar 
una ardua pelea, desde el discurso y en el territorio. Debemos tener con
 qué.

