
Los triunviros de la CGT hablaban en el escenario -que le daba la
espalda a la Casa Rosada- acompañados por todo el universo sindical y
referentes del peronismo, la izquierda, organismos de derechos humanos y
organizaciones sociales. No eran pocos, como especulaba y afirmaba el
oficialismo, era una multitud. Los bombos, platillos y bronces marcaban
el ritmo de los discursos sin saber, al menos en ese instante, que el
gobierno reculaba y desactivaba el tratamiento exprés de la dañina
reforma laboral. Todo quedaba para febrero porque habían confirmado que
el proyecto sumaba más detractores que aplaudidores. El gobierno sufrió
un rotundo fracaso durante el debate del Presupuesto 2026 en Diputados
cuando legisladores aliados se sumaron a las huestes que rechazaron el
artículo que derogaba la emergencia en discapcidad y el financiamiento
universitario. Eso se convirtió en una dura advertencia que la Rosada
tardó en interpretar. Patricia Bullrich, senadora oficialista que
cabalgaba por los pasillos del Senado en un pony, chicaneaba la
movilización de la CGT sin percatarse que esa multitud en Plaza de Mayo,
pero también en otras plazas de las provincias, se agrandaba con la
negativa de algunos gobernadores -peronistas incluidos- a acompañar las
crueldades legislativas de Milei.
La respuesta que eligió el
oficialismo fue dejar el debate de la reforma laboral en el Senado para
el 10 de febrero. La CGT y todas las organizaciones sindicales,
políticas, sociales, los trabajadores y los desempleados que estaban en
Plaza de Mayo, se habían anotado un triunfo.
Los discursos En la sede
de la CGT lo habían anticipado. El acto iba a tener un documento y solo
tres discursos. Sobre el documento circularon por lo menos tres
versiones.
Los primeros en ingresar al escenario fueron los
triunviros. Se acomodaron cerca del atril. En los tablones se fueron
acomodando el resto de los dirigentes que integran el consejo directivo,
entre los que se encontraban Héctor Daer (sanidad), Gerardo Martínez
(Uocra), Víctor Santa María (encargados de edificios), Julio Piumato
(judiciales), Sergio Palazzo (bancarios), entre otros. También había
algunos invitados sindicales especiales.
El camionero Argüello fue el
primero en arrimarse al atril que llevaba el texto “en defensa del
trabajo y la dignidad”. Es el mayor de los tres, el que tiene más
experiencia.
No se anduvo con vueltas: “Venimos a decirle
rotundamente no a ninguna reforma laboral entreguista”, afirmó y provocó
los primeros aplausos. Aseguró luego que la central obrera va a
oponerse en todos los ámbitos al intento por avanzar sobre los derechos
laborales. Se refería a la justicia, en el Congreso, pero también en la
calle. Fue ahí la primera vez que se escuchó brotar desde los parlantes
la palabra paro: “Ojo con lo que hacen, porque el pueblo y la patria se
defienden. Si no nos escuchan, vamos a un paro nacional”.
Luego le
apunto a la falacia oficialista sobre la mágica generación de empleo que
produce quitar derechos laborales. “No nos dejemos engañar más”,
señaló, y convocó a organizarse para defender el trabajo y las familias
porque lo que busca este proyecto no es para beneficar a las pymes sino
para beneficiar directamente a los sectores del poder económico
concentrado. A los ricos.
El segundo en hablar fue el titular del
gremio del vidrio cuya sede fue atacada en la madrugada del lunes.
Cristian Jerónimo habló sin tener noticia alguna sobre el avance de la
investigación policial del hecho.
“Estamos completamente en
desacuerdo con esa reforma regresiva que quieren instalar para quitarle
derechos a los trabajadores”, lanzó desde el escenario y se escucharon
vítores. El dirigente no solo hizo referencia al sol inclemente ni a las
fuerzas de seguridad al sostener nada iba a detener la movilización y
el repudio a la ley laboral: “Estamos demostrando que no nos para ni el
calor, ni la Gendarmería, ni la Prefectura”.
Jerónimo recordó que hay
en el país 20 mil empresas pymes menos, que debieron cerrar y que
además eso se traduce en otros miles de desempleados. “¿Dónde está la
lluvia de dólares que nos prometieron? La gente la está pasando mal, se
lo decimos al Presidente. Este modelo económico ya fracasó”, gritó como
para que Milei lo escuchara.
Jerónimo habló de la transferencia de
recursos de los sectores postergados hacia los más concentrados que
implica el modelo que aplica el gobierno libertario. A eso le sumó la
entrega de recursos naturales y, por último, el impacto social del
ajuste del que se jacta Milei: “No tienen corazón cuando atacan a los
discapacitados, a nuestros jubilados, cuando desfinancian nuestras
universidades públicas y la salud pública”, aseguró.
El último en
acercarse al micrófono fue el titular del gremio del seguro, Jorge Sola.
Fue directo al grano. Recordó que este tipo de proyecto laboral no es
nuevo. Tiene medio siglo cuando la última dictadura lo quiso aplicar o
en los 90 neoliberales menemistas. Incluso la experiencia trunca de la
Alianza, el macrismo y ahora Milei.
“Quieren crear un fondo de
despidos laborales para que despedir sea gratis”, dijo y advirtió que
ese dichoso fondo se nutriría de “la plata de los aportes de los
jubilados”.
Sola cuestionó una de las palabras eje del discurso
libertario: Libertad. Afirmó que abusan de esa palabra e indicó que “no
hay libertad sino no hay justicia social, le pese a quien le pese”. El
triunviro entonces buscó contraponer a ese abuso que dijo con la
necesidad de reivindicar y reconstruir lo que los libertarios dicen
odiar: la justicia social.
“No nos olvidemos que tenemos que
construir social y políticamente para enfrentar a este gobierno. Tenemos
que sentir, tenemos que escuchar, tenemos que ser humildes. Tenemos que
volver a emocionar con la bandera de la justicia social, volvamos a
emocionar", convocó y agregó que “cada batalla que damos es una
conquista, por eso en todo el país tenemos que salir a batallar, porque
la justicia social existe y nos hizo mejores”.
Sobre el final de su
discurso, Sola advirtió que el gobierno busca romper el contrato social
porque “ya no les interesa que los trabajadores formen parte del
diálogo. Pero no hay libertad si no hay Justicia Social. Sigan sin
escucharnos y se encontrarán con la profundización de este plan de
lucha. Terminaremos con un paro nacional".
Poco después finalizó el
discurso. La marcha peronista surgió de las columnas de parlantes.
Rostros sudoros la entonaron a voz en cuello. Poco a poco las columnas
se retiraron.

