Las últimas pruebas de laboratorio recibidas por la fiscal Fein,
confirmando que en el arma y ropa de Nisman sólo se encontró su propio
ADN, ratifican esa línea de investigación y se suman a las certezas de
las primeras horas.
Un dato contradictorio en esta saga es la
falta de rastros de la deflagración en la mano de Nisman, según los
resultados negativos del barrido electrónico de metales y, aunque los
peritos lo adjudicaron al pequeño calibre del arma, ya está curso una
contraprueba.
En los próximo días, cuando la fiscal reciba los
exámenes histopatológicos y toxicológicos para verificar si Nisman había
ingerido o estaba bajo efecto de sustancias que hayan operado sobre su
voluntad, la investigación se colocará más decididamente en el terreno
complejo de los vínculos de la víctima.
La propia aparición del
informático Diego Lagomarsino declarando voluntariamente horas después
del hallazgo que, a pedido de Nisman, le había prestado la vieja pistola
Bersa calibre 22 encontrada bajo el cuerpo del fiscal, puso en el
centro de la escena a ese mundo de relaciones donde podría encontrarse
el secreto de su muerte.
El informático de 39 años fue la última
persona en verlo con vida dentro del departamento que Nisman alquilaba
en el piso 13 del complejo Le Parc, a donde solía visitarlo, según
declaró, para entregar o recibir pedidos de trabajo. Por ahora es el
único imputado por haberle provisto el arma hallada en el lugar de su
muerte.
La fiscal Fein tomó testimonio en los últimos días a los
empleados de la UFI-AMIA para tratar de establecer claramente la función
del técnico, el tipo de contrato y su monto inusualmente alto dentro de
la fiscalía.
Allí habría verificado que sólo reportaba al
titular de la fiscalía de la causa AMIA y escuchó información sobre un
viaje que ambos habrían realizado a un país vecino en el marco de la
investigación.
Fuentes ajenas al expediente señalan a Lagomarsino
como un personaje próximo, por elementales razones de seguridad, al ex
hombre fuerte de la ex Side Antonio “Jaime” Striuso, principal proveedor
de información de Nisman sobre el mayor atentado criminal de la
historia argentina.
En su aparición televisa patrocinado por un
conocido defensor de causas penales “pesadas”, Maximiliano Rusconi,
Lagomarsino negó el vinculo y echó sombras sobre los policías que debían
proteger al fiscal afirmando que este “no confiaba ni en su custodia”.
Parte
de ese personal ya ha sido removido por el sumario interno, pero en la
causa penal no aparecen por ahora sospechas de peso contra los policías
más que por haber relajado su tarea de vigilancia y no haber informado
oportunamente a sus jefes lo que estaba ocurriendo.
Apenas el
grupo de apoyo técnico policial concluya la previsualización de las
cámaras de seguridad del edificio, la fiscal comenzará a observarlas, un
test clave no solo para saber quiénes circularon por el complejo en las
horas previas a la muerte de Nisman.
Servirá también para
chequear la propia versión del informático sobre el horario de su última
salida del edificio, ya que los saltos en las planillas de registro de
ingresos y egresos que lleva la custodia privada y la rotura de algunas
cámara impidió hasta ahora verificarla.
En los próximos días,
cuando la querella designe a peritos de parte, comenzará también el
vaciado de la información contenida en los tres teléfonos celulares de
Nisman, de modo de ir reconstruyendo con quien se comunicó, en sus
últimos días y horas de vida, la víctima.