Su reconocimiento en el campo académico trascendió pronto al popular con
las protestas de los "indignados" israelíes que en 2011 tomaron las
calles para reclamar mejores condiciones económicas, tras lo cual el
primer ministro, Benjamin Netanyahu, le encargó un famoso informe con
recomendaciones para superar la crisis.
"Este es mi bulín. El
lugar adonde vengo cuando quiero esconderme un poco", dijo el afable
economista y profesor, con lunfardo incluido, al recibir a Télam en el
café Niki Rose de Tel Aviv para una entrevista varias veces
interrumpida, sin embargo, por votantes que se acercaron a darle la mano
y a expresarle su apoyo.
Tras rechazar durante años propuestas
de partidos de todo el espectro ideológico, Trajtenberg anunció en
diciembre su ingreso a la política como candidato a las elecciones del
próximo martes por la alianza de centro Campo Sionista, del líder
laborista Isaac Herzog y la ex canciller Tzipi Livni, del partido
liberal Hatnuah.
Séptimo en la lista de diputados del
Campo Sionista, su entrada al Parlamento se da por descontada, dado que
las encuestas sitúan a la alianza del centroizquierdista Herzog y la ex
derechista Livni como favorita a ganar los comicios con 24 de las 120
bancas en juego, tres más que el partido de derecha Likud, de Netanyahu.
Y
si, una vez abiertas las negociaciones poselectorales, el Campo
Sionista lograra concertar las alianzas con partidos menores que le
permitan lograr una mayoría parlamentaria y formar gobierno, además de
diputado será miembro del gabinete, donde ya tiene reservada la cartera
de Finanzas.
Recostado sobre su silla en el café, Trajtenberg
desgranó ante Télam sus iniciativas prioritarias, que la derecha
desprecia por "socialistas" y la izquierda por "neoliberales", tanto que
algunos laboristas de paladar decididamente más izquierdista no
asistieron al acto en el que presentó su programa económico.
"Israel
es una paradoja. La macroeconomía está yendo muy bien desde que salimos
de la crisis de 2001 a 2003. El PBI crece, el desempleo es bajísimo,
del 5,6%, la inflación no existe, la balanza de pagos está muy bien y se
han acumulado reservas en el Banco Central por 90.000 millones de
dólares", dijo.
"Sin embargo, en 2011, medio millón de jóvenes
salió a las calles cantando 'el pueblo quiere justicia social', lo que
evidenció una honda contradicción entre la macro y la microeconomía, con
alta desigualdad social, precios de vivienda astronómicos, elevado
costo de vida y salario real planchado", continuó.
"Ese es el
gran fracaso de la concepción económica de Netanyahu, una filosofía que
se remonta a (el ex presidente estadounidense) Ronald Reagan y que
postula que el Estado es muy grande y que hay que achicarlo para aliviar
al sector empresarial, y que el crecimiento resultante se derramará
sobre los más pobres", añadió.
Para Trajtenberg, este derrame
"nunca ocurrió, ni acá, ni en Estados Unidos, ni en ningún lado",
mientras que, con la obsesión de controlar el gasto, "que está muy
bien", el Estado se redujo sin pausa, así como la recaudación impositiva
y por ende la inversión en servicios públicos, sobre todo en Educación y
Salud.
La solución, según el economista, es que "el Estado debe
retomar su responsabilidad" en los servicios públicos esenciales; la
macroeconomía "tiene que ser un medio -y no un fin en sí mismo- para
lograr el bienestar del individuo" y "empezar una política de
crecimiento con inclusión, que es lo contrario al derrame", señaló.
Sin
ser el campo de acción en el que cuenta con mayor experiencia ni el
área que recaería bajo su competencia, Trajtenberg también afirma que es
necesario un cambio político respecto al conflicto con los palestinos,
comenzando por superar la "desconfianza enorme" entre Palestina e
Israel.
Para el economista, es imperativo relanzar un diálogo
amplio a nivel regional, que incluya a los países árabes y que consista
en la creación de un Estado palestino "en general" dentro de las
fronteras de 1967 pero en el marco de un acuerdo en el que Israel
retenga algunas colonias a cambio de ceder algunas tierras propias.
"La
situación actual es insostenible, y Tzipi está comprometida a
cambiarla", sostuvo sobre Livni, que defiende la solución de los dos
Estados y que, tras su inicios en el Likud y su paso por el centrista
Kadima, fundó Hatnuah como opción para los votantes frustrados con el
estancamiento del proceso de paz con Palestina.