Esta vez, la profesional junto a otras periodistas decidió no participar
de la organización: "Nos abocamos a preparar el Índice de Violencia
Machista" una encuesta que puede completarse en
http://contalaviolenciamachista.com/, como "un aporte más" a la fecha.
El
3 de junio quedó instalando -al impulso de personas de todas las
edades, realidades económicas y sociales- en el calendario de
movilizaciones argentinas.
Se vio el año pasado, cuando el Ni Una
Menos -parido por el feminismo, el movimiento de mujeres y por
periodistas con activa presencia en Twitter- tuvo su primera cita en la
plaza de los Dos Congresos, con escenario y sin marcha.
El
acontecimiento fue ratificado ayer con la modalidad de una marcha desde
el Congreso nacional hacia Plaza de Mayo, nutriéndose en su recorrido de
más y más caminantes y consignas.
El panorama se repitió en otras 99 ciudades del país.
"La
marcha se impuso. Hay una necesidad de la gente de reclamar a los
poderes estatales por las deudas pendientes y las promesas por cumplir",
dice Pomeraniec.
"Hubo una voluntad de movilización. La gente en
las calles demostró que no hace falta callar el derecho al aborto o las
violencias y asesinatos de personas de la diversidad. Estas consignas
no expulsaron: al contrario, sumaron", reivindicó Dillon.
En el trayecto porteño del Ni Una Menos hubo colores y luto, silencios y gritos, lágrimas y risas.
Los
colores fueron aportados por grupos de artistas con intervenciones en
las veredas, pintando consignas contra las discriminaciones,
transportando ropa o calzado, símbolo de las ausentes; estuvieron en las
pelucas violetas de los grupos feministas o en los pañuelos verdes de
la Campaña por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Dos
chicas de luto pedían abrazos en la puerta principal del Congreso,
demostrando que las víctimas no deben estar solas; profesoras de arte
caminaban junto a una decena de personas unidas por una tela blanca,
asomando sus cabezas, caminando a la par, como muestra de la diversidad
que enriquece a la sociedad, como parte de una performance inspirada en
el Divisor, de la brasilera Lygia Pape.
Hubo mujeres de barrios
populares que necesitaron juntarse para caminar contras las violencias
cotidianas; hubo jóvenes universitarios que denunciaron zonas liberadas
en sus facultades, dispuestas para robos, ataques sexuales e intentos de
secuestros.
Cientos de personas marcharon sin esperar el inicio formal del Ni Una Menos y colmaron la Avenida de Mayo.
Por
allí un hombre con pollera invitaba a sus pares a animarse a "ser
hombre, no macho" y una pareja disfrutaba -como tantas otras- con su
hijo en los hombros a sonrisa plena y una bandera con el dibujo icónico
de Liniers, el de su Enriqueta con el puño en alto.
Caminar el Ni Una Menos fue ver a personas anónimas y otras mediáticas caminar juntas.
Hubo
organizaciones de derechos humanos, sindicales y partidarias que
marcharon contra las violencias y sumaron consignas como la falta de
trabajo para las mujeres o la desigualdad salarial para ellas.
Una
enorme cinta rosada sostenida con fuerza corporal y emotiva por el
colectivo que este año montó el Ni Una Menos, constituyó un 'corralito'
distinto y amoroso que cuidó a mujeres en situación de violencias,
sobrevivientes y familiares de víctimas de femicidios.
Esa fue la
conmovedora cabecera de la marcha que ingresó, ya de noche, a la Plaza
de Mayo, se detuvo frente a la Pirámide, símbolo de la lucha de las
Madres para nombrar a las desaparecidas y asesinadas.
"¡Presente!" fue la palabra repetida como letanía. "Justicia Ausente!" fue la frase que eligieron víctimas y familiares.
Hoy,
el Ni Una Menos es tapa de todos los medios nacionales, y ayer, fue
transmitido en vivo por la mayoría de los canales de televisión.
"Una marcha unitaria es posible. Lo logramos. Ahora tenemos que pensar cómo seguimos construyendo", propone Dillon.