Macri en su ceremonia del adiós en el Obelisco. Fue el cierre de las marchas del "Sí se puede". Repitió sus consignas de siempre y las críticas al "dedito" y al "atril". Hoy se juega la carta del debate. Por Fernando Cibeira. Con encuestas que le auguran un panorama sombrío para el domingo que viene, el presidente Mauricio Macri encabezó ayer la llamada "Marcha del millón" en el Obelisco porteño, la carta que se jugaba para revertir la elección.
"No nos vamos a quedar callados viendo cómo nos roban el futuro", dijo
desde el escenario, en un discurso repetitivo en eslogans y desprovisto
de novedades. La concurrencia estuvo lejos de la cifra convocante y en
cuanto a su composición terminó confirmando que Macri principalmente
mantiene el apoyo de lo que siempre fue su principal sostén, un sector
de la clase media urbana, habitualmente refractaria al peronismo. A eso
se le puede agregar lo que habitualmente se conoce como "el campo", de
lo que ayer, sin embargo, no se vio mucho. "El domingo 27 es la elección
real y no es cualquier elección: es la que define el futuro por muchos
años", subrayó Macri. La marcha del "Sí se puede" con la que recorrió el
país le sirvió para darle algo de músculo luego de la paliza de las
PASO, pero los sondeos conocidos aseguraron que no le sumó votantes sino
que consolidó su núcleo duro, que tuvo ayer su acto autocelebratorio.
"No
podemos repetir la historia una y otra vez", dijo Macri, acompañado
únicamente por su mujer Juliana Awada y su compañero de fórmula Miguel
Angel Pichetto. La dirigencia de Juntos por el Cambio, desde la
gobernadora María Eugenia Vidal hasta la ministra Patricia Bullrich
pasando por los radicales Gerardo Morales, Mario Negri y Martín
Lousteau, siguieron el discurso desde abajo, mezclados con la gente. Las
palabras de Macri levantaban entusiasmo cuando iban dirigidas contra el
kirchnerismo. "Ya lo vivimos muchas veces, con deditos, con atril, con
canchereada, con soberbia, con esa forma de concebir el poder que muchos
argentinos rechazamos. ¡Basta de eso!", insistió, volviendo al cierre
del debate del domingo pasado. "¡Que vaya presa!", fue un cantito que
surgió espontáneamente. Un muñeco inflable pequeño con un dibujo de
Cristina Kirchner con traje a rayas fue una de las atracciones. La gente
le pegaba o se sacaba fotos con él.