
Juicio político a los supremos: Una inundación en la Corte enciende las alarmas. Un funcionario del máximo tribunal contó que un caño roto dejó inutilizable el despacho de Silvio Robles, la mano derecha de Horacio Rosatti. Para Leopoldo Moreau es un indicio de que pueden estar llevando adelante maniobras de ocultamiento de evidencias. Por Luciana Bertoia. Silvio Robles se convirtió en un protagonista involuntario del proceso de juicio político a los cuatro integrantes de la Corte Suprema. Mano derecha del presidente de la Corte Suprema, Horacio Rosatti, Robles también descolla por los mensajes que se filtraron con el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Marcelo D’Alessandro
, y por un cierre exprés de una denuncia en su contra que terminó 
ocasionándole varios dolores de cabeza al juez que lo decidió. Pero si 
algo le faltaba a esta comedia de enredos con ribetes tragicómicos en el
 plano institucional es la aparición en escena de un caño roto en el 
séptimo piso del Palacio de Tribunales que generó una sospechosa 
inundación que terminó dejando inutilizable el despacho que utiliza 
–tres pisos más abajo– el vocero de Rosatti. El gobierno denuncia que 
puede tratarse de una maniobra para ocultar pruebas que sirvieran para 
mostrar cómo se cocinaron algunas decisiones del máximo tribunal de 
justicia del país. Hasta la tarde del jueves, muy pocas personas en el 
mundo político estaban enteradas de la anegación del Palacio de 
Talcahuano. Fue el diputado del Frente de Todos (FdT) Leopoldo Moreau 
quien hizo la revelación durante la audiencia de la Comisión de Juicio 
Político cuando le tocó declarar a Sergio Romero, director general de 
Gestión Interna y Habilitación de la Corte.
Romero comparte en la 
práctica el mismo rango que Robles, el de director general, que está 
asimilado –en lo que a ingresos interesa– al de un juez de primera 
instancia. Romero es un empleado que fue haciendo carrera con los años 
en la Corte. “Lo mío es el mantenimiento del edificio, ordenanzas, 
choferes, gastos de funcionamiento y la proyección de entrega de 
vehículos secuestrados”, contó ante la comisión que preside la diputada 
del FdT Carolina Gaillard. Romero es conocido en los tribunales porque 
es a quien llaman los jueces y las juezas, por ejemplo, cuando piden que
 les asignen un auto para trasladarse.
Ante una pregunta de Moreau, 
Romero contó que en el mes de enero hubo una inundación en el Palacio. 
“Fue en un piso superior y llegó el agua hasta la planta baja”, relató y
 explicó que al momento del desborde acuático él estaba de licencia. 
Según aportó Moreau, el caño se rompió durante el fin de semana del 28 y
 29 de enero, cuando los judiciales transitaban los últimos días de 
feria. Para entonces estaban a cargo del edificio Rosatti y Carlos 
Rosenkrantz, según creyó recordar Romero.
La inundación se produjo 
por una rotura de un flexible en el séptimo piso. Todas las vocalías de 
la Corte están asentadas tres pisos más abajo: en el cuarto piso. Allí 
también está el despacho que usa Robles. Según relató Romero, la oficina
 del asesor de Rosatti y la entrada también se vieron afectadas por el 
agua.
–¿El despacho de Robles está actualmente utilizable?-- lo interrogó Moreau.
–No, creo que no. Entiendo que no está utilizable porque está en obra.
–¿Por qué está en obra?
– Por la inundación.
Después
 de unos chisporroteos con los diputados de la Coalición Cívica (CC) que
 abrían grandes los ojos porque no estaban enterados del asunto 
acuífero, Moreau insistió:
–¿Sigue clausurado?
–Sí, sigue inutilizado. Está en obra.
–¿Esa es la única vocalía que sufrió la inundación? La vocalía, no hablo de otras dependencias– apuntó Moreau.
–Es la única vocalía.
Para
 entonces, todos los que asistieron a la Comisión se miraban con 
incredulidad. La diputada de la CC Mariana Stilman reclamaba que era 
necesario contar con mayor información para entender por dónde iban las 
preguntas pero no las objetaba. Moreau le respondió que el 
interrogatorio estaba conducido a entender qué había pasado después de 
que aparecieron los chats con D’Alessandro porque estaba la sospecha de 
que Robles “negociaba y traficaba sentencias”.
Las sospechas
Los 
chats se conocieron el 29 de diciembre pasado. A la semana siguiente, 
D’Alessandro pidió licencia en el gabinete de Horacio Rodríguez Larreta.
 El mismo día del anuncio de D’Alessandro, un juez federal de Santiago 
del Estero reclamó que Robles entregara su teléfono para asegurar la 
prueba, pero eso nunca sucedió. El juez se declaró incompetente y mandó 
la denuncia hacia los tribunales de Comodoro Py. En la mole de cemento 
de Retiro, ya estaba radicada una presentación que había hecho Gastón 
Marano, exasesor del PRO en la Bicameral de Inteligencia y abogado de 
Nicolás Carrizo en la investigación por el intento de asesinato a 
Cristina Fernández de Kirchner. Esa fue la denuncia que el fiscal Carlos
 Stornelli pidió archivar. Lo mismo hizo el abogado de Robles y el juez 
Sebastián Ramos procedió en menos de 24 horas.
“La inundación es un 
indicio que apunta a la posibilidad de que se hayan llevado adelante 
maniobras de ocultamiento de pruebas”, le dijo a Página/12 el diputado 
Moreau, quien adelantó que posiblemente se pida que la Corte informe 
sobre el caso.
Este diario intentó obtener una versión oficial acerca
 de lo sucedido por parte de la Corte. Si bien confirmaron que hubo una 
inundación que afectó un ala del Palacio de Talcahuano –particularmente 
los dominios de Rosatti–, no pudieron precisar la magnitud de los daños 
ni si se afectaron las computadoras que están en el despacho de Robles 
pues circulaba la versión de que los aparatos fueron retirados de la 
oficina. En la vocalía de Rosatti no respondieron la consulta tampoco.
Las
 suspicacias no solamente anidan en la Cámara de Diputados. “Llama la 
atención la sugestiva declaración ante la Comisión de Romero, que relató
 que, mientras estaba de licencia en enero pasado –en plena feria 
judicial y justo un mes después de trascender los escandalosos chats 
entre Robles y D’Alessandro–, se rompió un caño de agua en el Palacio de
 Justicia que generó una inundación que llegó hasta la planta baja. Lo 
curioso es que únicamente afectó una vocalía, la de Rosatti, y una 
oficina, la de Robles”, planteó el ministro de Justicia, Martín Soria. 
“Inexplicable coincidencia, solo les falta que nos quieran hacer creer 
que en plena feria judicial Robles dejó en el piso de la oficina 
inundada su teléfono celular y la computadora”, chicaneó.
Los 
diputados que responden a Elisa Carrió siguen el asunto con interés. 
Rosatti, de hecho, llegó a la Corte con el beneplácito de la chaqueña. A
 diferencia de sus otros socios de Juntos por el Cambio, los lilitos 
tienen la directiva de “cuidar” a los testigos. La declaración de Romero
 los dejó descolocados. En voz baja comentan que el funcionario debió 
responder otras preguntas: por ejemplo, si se le asignaron nuevas 
computadoras al despacho de Robles, lo que podría indicar que los 
aparatos anteriores quedaron inutilizados. Sin embargo, ninguno de ellos
 formuló esos interrogantes.
La semana próxima no sesionará la 
Comisión de Juicio Político. Únicamente está previsto que se reúnan los 
asesores para que ordenen cómo continuarán las audiencias. Moreau dejó 
planteado un pedido porque el Telegram de Robles sigue dando de qué 
hablar: quiere un careo entre dos secretarios de la vocalía de Rosatti. 
Lo que sucede es que cuando declaró Adriana Valinotti, la secretaria que
 se dedica a la materia laboral, relató que el chat que ella tenía con 
Robles y con la subdirectora Natalia Monayer se desactivó después de la 
feria, aunque reconoció que seguía en funcionamiento un grupo general de
 la vocalía. Al rato, cuando fue el turno de Roberto Saggese, el 
secretario –que se sumó a la oficina de Rosatti después de la jubilación
 de Elena Highton– dijo que las instancias de mensajería seguían en 
funcionamiento. El hilo conductor es el mismo: a Moreau le interesa 
saber si hay elementos que se borraron o se dañaron y que pueden ser de 
utilidad para entender cómo se mueven los tentáculos de la Corte.

