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ego del exestudiante de ingeniería informática en X (ex Twitter) minutos
 después de que se conociera la salida de Diana Mondino de la 
Cancillería. El telegrama fue entregado al mismo tiempo en todos los 
ministerios con una única intención: hacerles saber de primera mano a 
todos los miembros del gobierno que nadie es imprescindible. La eyección
 de la ahora exministra de Relaciones Exteriores fue una ola que arrasó 
con la primera semana de buenas noticias que tuvo el gobierno desde que 
llegó al poder. Horas antes de que se diera a conocer la decisión de 
Javier Milei de prescindir de los servicios de su amiga, el oficialismo 
confirmó que el ingreso de dólares por el blanqueo aprobado en la Ley 
Bases batió récords históricos y los organismos oficiales devolvieron 
datos en los que se avista una minúscula recuperación económica. La 
votación en la ONU barrió todos los festejos.
Como dio a conocer este
 medio, la orden de despedir a Mondino se expidió minutos después de que
 el presidente se enterara a través de su hermana –quien a su vez fue 
alertada por el ahora nuevo canciller, Gerardo Werthein– el sentido del 
voto argentino en la Asamblea de las Naciones Unidas. Aquel movimiento, 
aparentemente inconsulto, enfureció al libertario quien ordenó, sin 
rodeos, iniciar una limpieza profunda en las arcas del ministerio que 
custodia las relaciones bilaterales.
La intención, explican cerca del
 presidente, es confeccionar con precisión quirúrgica un cuerpo de 
diplomáticos que sólo trabaje para cumplir con la exigente agenda 
internacional que el presidente quiere consolidar para su gestión. “No 
queremos embajadores y funcionarios que estén vacacionando con plata del
 Estado. Los que ocupen cargos diplomáticos van a tener que trabajar 
para asegurarles negocios y buenas noticias al país”, grafican puertas 
adentro de Casa Rosada.
Es con esta orden que Werthein llegará en los
 próximos días a ocupar oficialmente la silla vacante del Palacio San 
Martín. El empresario fue instruido para iniciar un proceso de 
exhaustiva auditoría interna para conocer de primera mano cada uno de 
los movimientos de los diplomáticos de carrera a los que en Balcarce 50 
miran con cada vez más recelo. “Tienen que entender que trabajan para el
 presidente. Si no pueden seguir una línea, se van a tener que ir”, dijo
 ante Tiempo un alfil del libertario.
Estas revisiones –que en varios
 escalafones de la diplomacia nacional ya califican como una “caza de 
brujas”– incluirá un sustancioso recorte de gastos y sueldos. El 
planificado movimiento envía un mensaje contundente a los representantes
 argentinos en el exterior, a quienes desde el gobierno califican como 
una “gran casta”. Para los cerebros del oficialismo, los diplomáticos no
 deben quedar exentos del paso de la motosierra y, por sobre todo, deben
 estar 100% alineados con la visión del gobernante.
En este sentido, 
una fuente irrefutable confió a este medio que el presidente no dudará 
en echar a todos aquellos que estén a favor de la Agenda 2030 (extendida
 recientemente al 2045) y la lucha por el cambio climático. El mismo 
futuro tendrán quienes no adopten como propio el alineamiento ciego a 
las políticas de Estados Unidos e Israel, los dos países con el que el 
libertario mantiene un vínculo de contundente genuflexión. “La 
Cancillería no es un poder independiente. O se alinean o se van”, dicen 
sin rodeos. Si bien esta vez salió a la superficie, la búsqueda de 
pureza es una constante que acompaña al presidente desde el inicio de su
 gestión. Así lo dejó en claro cuando tuvo que decidir expulsar de los 
bloques oficialistas a Lourdes Arrieta y Francisco Paoltroni. La 
diputada y el senador habían osado cuestionar algunos movimientos y 
decisiones del gobierno y oficiar como libre pensadores, un pecado al 
que la santísima trinidad libertaria no le concede el perdón. El mismo 
destino tuvieron más de una docena de funcionarios de primera y segunda 
línea. La más reciente fue la salida del ex secretario de Energía, 
Eduardo Rodríguez Chirillo. El abogado estuvo apuntado por meses por las
 primeras líneas del gobierno, quienes le achacaban pésimos resultados 
en la gestión. El malentendido por los aparentes cortes de luz 
anunciados para el verano fue la gota que rebalsó el vaso y allanó el 
camino para que la exgerenta general de Energía S.A, María Tettamanti, 
desembarcara en la gestión.
La lista de ejecutados sigue. Nicolás 
Posse (jefe de gabinete); Mario Russo (ministro de Salud); Guillermo 
Ferraro (Infraestructura); Omar Yasín (Trabajo); Silvestre Sívori (AFI);
 Julio Garro (Deportes); Francisco Sánchez (Culto). A todos ellos y 
otros 70 funcionarios los une la misma condena: abandonar la línea recta
 del discurso oficialista.
“Roma no paga traidores”, repiten en un 
despacho de continua circulación. Con este principio marcado a fuego, 
los Milei y Santiago Caputo están dispuestos a dejar ir a todos aquellos
 funcionarios que osen contradecir las ideas que profesa el máximo líder
 libertario. Avocados a convertirse en el nuevo peronismo, en la mesa 
chica del presidente se deslizan sobre el tablero de liderazgo político 
que construyó el viejo líder: verticalidad y lealtad. Con un círculo de 
adeptos cada vez más diminuto, el triángulo de hierro puso en marcha la 
Fundación Faro. Como adelantó en exclusiva este medio, el think tank 
tendrá como principal objetivo la construcción de nuevos dirigentes de 
pura raza que se consoliden como referentes de las fuerzas del cielo y 
salgan a disputar espacios en las listas y/o desembarquen en la gestión 
nacional.
El mismo trabajo hará La Carlos Menem. La agrupación 
juvenil presentada este lunes está comandada por Enzo Di Fabio, un joven
 treintañero que se desempeña como asesor del oficialismo en la Cámara 
baja y es coordinador del Foro Panamericano de Jóvenes Políticos, una 
usina de ultraderecha que aglomera a conservadores de todo el país. Al 
igual que la Fundación, la nueva orga mileista buscará consolidarse como
 el principal arma del oficialismo en la batalla cultural contra los 
cada vez más masivos “zurdos”. La exquisitez de figuras se trasladará en
 las eventuales alianzas que el oficialismo conforme de cara al armado 
electoral de las legislativas del próximo año. Decididos a no entregar 
el protagonismo que las urnas le concedieron en noviembre pasado, los 
cerebros de la estrategia oficialista entienden que La Libertad Avanza 
no debe fusionarse de manera “legal” con el PRO. Concretamente, en la 
mesa chica del gobierno esperan un éxodo masivo de nombres propios que 
les permita no sólo hacerse por completo del electorado que supo 
conquistar por años el espacio de Mauricio Macri, sino también 
asegurarse la lealtad deseada. En tanto, sin más remedio que alinearse o
 exiliarse, todo el Gabinete será forzado a tener cada vez más 
exposición. Bajo los reflectores, los ministros funcionarán como 
predicadores de las ideas del caudillo moderno, a quién deberán jurar 
fidelidad cada vez que puedan. Todos serán exhaustivamente controlados 
por el “comisario político del Régimen”, como se autopercibe el propio 
Santiago Caputo. Quien no esté a la altura, ya conoce su final. “Milei o
 muerte”, dicen en los pasillos sin un ápice de ironía.

