Luego esta semana también se anticipó la flotación entre bandas. De
manera que Milei y su ministro se convirtieron en mandriles este viernes
negro para el relato libertario. Esa es la metáfora que el Presidente
acuñó junto a la de econochantas, para referirse a los economistas que
contradecían sus dogmas. Es evidente que la sutileza no es lo suyo,
ahora también sabemos que los pronósticos tampoco. Del dólar que se iba a
derrumbar a 600 pesos y la inflación que bajaba a cero (si sacábamos al
mundo, la carne, los servicios y alguna otra cosa) a este 3,7% de
marzo, lo que hay en el medio es la realidad de un programa que fracasó,
remplazado por una apuesta audaz que descansa sobe dos supuestos: que
liquide el campo y que no se espiralice la inflación. Una apuesta que no
logra ocultar que ir al Fondo a buscar un salvataje tan desesperado que
se acepta devaluar en medio de un pico de inflación, es la descripción
de un fracaso. El programa acordado es un clásico del FMI: devaluación,
flotación, meta exigente de acumulación de reservas -USD 4,5 mil
millones a junio-, privatizaciones, reforma jubilatoria -subir la edad
mínima- y, por supuesto, un 0,5% más de ajuste fiscal. Las medidas
anunciadas son un triunfo interno de Sturzenegger que venía empujando,
en sintonía con el FMI, el esquema de flotación del dólar. Con toda la
mala leche del mundo, su segundo Lucas Llach, lo anunció en X un día
antes. Milei y su ministro se convirtieron en mandriles este viernes
negro para el relato libertario. Esa es la metáfora que el Presidente
acuñó junto a la de econochantas, para referirse a los economistas que
afirmaban que el modelo cambiario era insostenible. Pero vayamos a lo
importante: ¿Cómo sigue esto? Caputo buscó ponerle miel al mal trago de
cargar a la Argentina con otro mega crédito del FMI, que se suma al que
tomó Macri. Dijo que gracias a estos nuevos USD 20 mil millones se
levantará el cepo. Con el paso de las horas se supo que siguen
restricciones por aquí y por allá. Es lógico: permitir la libre compra
de dólares, sin reservas, en medio de un salto inflacionario es lo más
parecido a pegarse un tiro en la cabeza. En concreto, hay liberación
cepo para parte del flujo, no para el stock. Para los dividendos
atrasados, Bopreal. Los nuevos, veremos cuando cierre el ejercicio 2025.
Pero
la gran pregunta es cuanto se trasladará a precios de esta devaluación
del 30%. Una pregunta crítica para el gobierno que tiene una elección
clave en la Ciudad el próximo 19 de Mayo, en la que se juega su disputa
por el liderazgo de la derecha argentina con Macri. Según un ex
presidente del Banco Central: "El traslado a precios es directo, pero se
va a frenar porque los salarios vienen atrás de la inflación".
Traducido: se viene otro golpe al bolsillo de los trabajadores, que tal
vez se frene un poco porque ya están muy golpeados. En el gobierno, son
conscientes de esta situación. Las elecciones de este domingo en Santa
Fe ya las dan por pérdidas a manos del radical Maximiliano Pullaro. La
responsable del pésimo armado y la decisión de no cerrar con Amalia
Granata fue de Karina Milei, que surge como una experta en dividir el
voto propio, como hizo al expulsar a Marra en la Capital. Y como se
tienta con hacer en la provincia con José Luis Espert, marginado de las
decisiones. Milei se encamina así al desafío electoral de octubre con
una segunda devaluación en menos de un año y medio, con la inflación en
alza, con el poder adquisitivo de trabajadores y jubilados muy golpeado y
con un total abandono -como nunca se vio- de la infraestructura del
país. Está muy exigido, pero tiene algunos meses y la plata del Fondo
para intentar controlar el salto que se viene y encontrar un nuevo
esquema de estabilidad, al menos hasta las elecciones. Es crítico que el
campo liquide. El dólar a 1400 y una suba fuerte de las tasas para
hacer diferencias en pesos, es un incentivo fuerte a liquidar. Pero un
economista que los conoce bien advirtió: "En algún momento le van a
pulsear". Como sea, este viernes Milei tiró por la ventana el segundo
dogma al que se había abrazado. El primero fue la dolarización y la
desaparición del Banco Central. Luego se enamoró del superpeso, el dólar
barato y juró no devaluar. Ahora devaluó. En el medio, la gente que
rebota como un auto viejo en una calle poceada, pero por ahora aguanta y
espera.